Un
jovencito estadounidense llamado
John estaba tiernamente enamorado de una chica de su facultad de medicina. Esta chica, como en todas las historias de amor, era perfecta a los ojos de
John, alta, guapa, de ojos brillantes y de un color gris perla, y cuya piel morena brillaba a la luz del sol de manera increíble.
El sueño en la vida de
John era encontrar la medicina final y un refresco, todo en uno. El recordaba cuando su querida madre le administraba la cucharilla de la medicina que tan mal sabia a su paladar.
Pues bien, este muchacho estaba terminando sus estudios, la meta de su vida estaba muy lejos de su alcance, y la chica de sus sueños ni siquiera sabia que existía, en resumen su vida no tenia el sentido que el querría que tuviese.
Un día, en el parque de enfrente de su facultad, mientras que se encontraba enredado en los temas mas complicados de la química que tanto le
obsesionaban, alzó la cabeza y vio, de entre los rayos de sol una silueta magnífica, dulce, que se deslizaba sin esfuerzo por entre los rayos de sol que la rodeaban con dulzura... si era ella, la mujer de sus sueños, aquella que ignoraba que
John suspiraba por sus huesos. Y cuando pasó por su lado a
John le embriago un aroma refrescante, y se le saltaron dos
lagrimillas...
Después de aquel encuentro con su amada, ella dejo de asistir a la facultad,
John dejó de verla pero no de pensar en ella.
Pasaron los años, y
John se convirtió en un reconocido
farmacéutico de renombre,
John Pemberton ¿Quién no había oído hablar de el? Tras varios
descubrimientos farmacologicos, seguía sin encontrar el medicamento perfecto, que fuera refresco y que arreglara el estómago.
Pero aun así siguió estudiando todos los componentes existentes en la química del mundo. Hasta que probando uno de ellos, llamado coca, lo transportó a un mundo extraño, de pesadillas y sueños
subreales, en uno de esos sueños recordó a aquella muchacha, aquella mujer de piel oscura, refrescante aroma y curvas de vértigo.

Y mi preferido
